lunes, 2 de julio de 2012

Exorcista en España



El exorcista con más trabajo
EN EL DOMINGO de Resurrección, otro misterio en el que se cree es el de los poseídos por el diablo. El sacerdote Fortea se ha convertido en la mayor eminencia



JOSÉ MANUEL VIDAL





Oficialmente, en España sólo hay dos exorcistas. El padre Fortea (foto) en Madrid y el padre Queralt en Barcelona. «Si hay más en España, designados por su obispo, les rogaría que se pusiesen en contacto conmigo», suplica Fortea. La escasez española contrasta con la abundancia italiana: uno en cada diócesis y varios en Roma.

Tiene un físico frágil e inquietante, pero es capaz de echarle un pulso, siempre vencedor, al mismísimo «Príncipe de este mundo». A sus 33 años (la edad de Cristo), José Antonio Fortea, párroco de Nuestra Señora de Zulema de la diócesis de Alcalá de Henares, se ha convertido en uno de los más brillantes exorcistas del mundo. Capaz de conjugar la teoría (tiene una tesis doctoral sobre el diablo) con la práctica del exorcismo, de descubrir a los posesos incluso por teléfono y de echar al diablo en unas cuantas sesiones.

El padre Fortea viste sotana rigurosa («salvo cuando vengo a Madrid, para no llamar la atención») por la admiración que siente hacia otro sacerdote exorcista: el santo cura de Ars. Considerado uno de los mejores demonólogos del momento, ha realizado ya más de una veintena de exorcismos y, desde la publicación de su libro Demoniacum (Belacqva), los casos que le llegan «se han multiplicado por 1.000». Y eso que muchos de ellos los atiende telefónicamente.«Me llama mucha gente diariamente. Les escucho, les hago unas cuantas preguntas y detecto si se trata de una auténtica posesión.Como en la mayoría de los casos no se trata de posesos, les doy por teléfono los consejos adecuados».

Para echar demonios no vale cualquier cura. El Derecho Canónico prescribe que «el ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida». Fortea achaca la falta de colegas al «cuestionamiento de algunos dogmas, en los años 70, por parte de algunos teólogos» y al hecho de que «en muchas diócesis, los obispos dicen que no quieren saber nada de ese tema». Por eso, «España es una auténtico desierto de exorcistas, cuando hacen falta mas que nunca».
Y eso que tan sólo el 30% de los propios católicos practicantes cree en el infierno y en el diablo. «El demonio ha experimentado suma alegría al ver que, en los últimos años, su existencia no era creída ni por los mismos creyentes, en contra de la doctrina de los Evangelios, de San Pablo, de la Biblia, de los Santos Padres, de los Doctores de la Iglesia». Y en contra de la doctrina y la praxis del propio Papa, que ha efectuado al menos cuatro exorcismos personalmente.



Juan Pablo II está tan convencido de la presencia de Satanás que, en su reciente Carta a los sacerdotes, adjudica al poder del misterium iniquitatis, es decir al Maligno, la «traición» cometida por sacerdotes que abusan sexualmente de menores y extienden la «sospecha» sobre el colectivo clerical.
La presencia del Maligno es hoy más activa que nunca, «porque la sociedad se ha paganizado y cada vez se practica más la brujería, la adivinación y el espiritismo, puerta de entrada de la posesión diabólica», advierte Fortea. A su juicio, «la telequinesia, la levitación, los viajes astrales, toda adivinación de lo oculto son fenómenos provocados por la intervención oculta de los demonios.Estas prácticas son invitaciones tácitas a la posesión».
Lucifer sigue muy presente en nuestra sociedad fundamentalmente a través del culto que le profesan sus adeptos o mediante la posesión diabólica que presentan ciertas personas. Según Fortea, proliferan las sectas satánicas en nuestro país: sólo en Madrid hay unas 30, en España más de 100 y en Estados Unidos 450. No tienen muchos adeptos y mueren con la misma facilidad con la que nacen.

La zona más proclive a las sectas satánicas es el Levante español, desde Barcelona a Valencia pasando por las provincias mediterráneas costeras, como Murcia, Almería, Málaga y Granada. Algunas de estas sectas ofrecen a Satán sacrificios humanos en misas negras, «sobre todo de niños de padres inmigrantes ilegales, cuyos cuerpos hacen desaparecer con ácido».
Además el diablo reafirma su presencia en este mundo por medio de la posesión. «Se trata de un fenómeno sorprendente en virtud del cual el demonio invade el cuerpo de un hombre vivo y mueve sus órganos en su nombre y a su gusto, como si se tratase de su propio cuerpo, reside realmente en su interior, habla y lo trata como propiedad suya».
Fortea está ya tan acostumbrado a tratar con posesos que los puede distinguir por signos: ponerse furioso por una oración o ante el agua bendita o el crucifijo; hablar o entender lenguas desconocidas; conocer cosas ocultas o distantes y mostrar fuerzas físicas más allá de la edad o condición. Las causas de la posesión pueden ser: el pacto con el diablo, asistir a sesiones espiritistas o a cultos satánicos, que un hijo haya sido ofrecido por su madre a Satanás, un maleficio...



El exorcismo es un combate a muerte contra el diablo en nombre de Dios, en el que Satán siempre termina derrotado. Aunque éste consiga hacer cosas prodigiosas, como girar la cabeza del poseso 360 grados o hacerle reptar por el suelo como una serpiente.«Recuerdo una vez que le hice una pregunta sin mover los labios y la contestó a la perfección», dice Fortea. El exorcismo puede durar horas y horas, durante días o sólo un par de sesiones.Depende del diablo que haya que expulsar. El rito consiste en conjuros y oraciones a Dios. Los peores gritos y convulsiones se producen al inicio de la oración de conjuro. Durante el ritual, el exorcista es ayudado por cuatro o seis personas que sujetan al poseso. Éste escupe, grita y lanza terribles alaridos y risas malignas. A veces hay que atarlos. Algunos posesos muerden. Una vez liberado, el poseso queda normal, no recuerda el exorcismo para nada y suele preguntar: «¿Qué hago en el suelo?». Eso sí, «siente un cansancio enorme, como si le hubieran dado una paliza».

EL RITUAL, PASO A PASO


1. El exorcista coloca un crucifijo ante el poseso.
2. Ordena al diablo que se limite a contestar.
3. No debe creer nada de lo que oiga o vea hacer al poseso
4. Le pregunta el número y el nombre de los «entes malignos» que lo poseen y la fecha de la posesión.
5. Hace la señal de la cruz o aprieta la estola en las partes del cuerpo donde más se acuse una alteración.
6. Rocía con agua bendita el cuerpo poseído.
7. Repite las oraciones que más atormenten al poseso.
8. Pregunta al diablo por el móvil de la posesión y la zona del cuerpo donde se encuentra.
9. Impone las manos sobre su cabeza.
10. Conjura al demonio:
«Te conjuro, Satán, enemigo de la salvación humana, / reconoce la justicia y la bondad de Dios Padre, / que con justo juicio condenó tu soberbia y envidia. / Aléjate de este siervo de Dios [dice el nombre], / que el Señor hizo a su imagen, / lo adornó con sus dones y lo adoptó como hijo de su misericordia. / Te conjuro, Satán, príncipe de este mundo, / reconoce el poder y la fuerza de Cristo, / que te venció en el desierto, / prevaleció en el huerto, / te despojó en la cruz / y volviéndose a levantar del sepulcro / tu victoria llevó al reino de la luz. / Retrocede de esta criatura, / que al nacer lo hizo hermano suyo / y muriendo lo adquirió con su sangre.Amén».




TEXTO EXTRAIDO DE:

http://www.el-mundo.es/cronica/2002/337/1017648605.html

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO










Los Dones del Espíritu Santo son siete en el legado que nos transmite la Iglesia, aunque podemos intuir que son muchos más los que de modo gratuito se derraman sobre el mundo en forma acentuada desde el día del nacimiento de la Iglesia, en aquel Pentecostés y en presencia de la comunidad de los Apóstoles y la misma Madre de Dios.

En estos tiempos en que más que nunca debemos apelar a la ayuda del Espíritu Santo, nuestro Huésped del alma, es importante comprender el modo en que Su infaltable ayuda opera sobre nuestros comportamientos. Dones y Virtudes son caminos de búsqueda del bien, de la verdad, que se manifiestan en nuestra conducta cotidiana. Así, comprender como Dios obra en nosotros es un necesario paso en la senda del crecimiento espiritual.



Las Virtudes y los Dones del Espíritu Santo:



Hay muchas similitudes entre las virtudes y los Dones:
Ambos son hábitos operativos que residen en las facultades humanas. Ambos buscan practicar el bien honesto y tienen el mismo fin remoto: la perfección del hombre.

Pero hay diferencias:

1: Las virtudes son movidas por la razón del hombre a diferencia de los Dones del E.S. que son movidos directamente por el Espíritu Santo.
-Las virtudes disponen para seguir el dictamen de la razón humana (ilustrada por la fe si se trata de virtud infusa o teologal) bajo la previa moción de Dios.
-Los Dones son movidos por el Espíritu Santo como instrumentos directos suyos.

2: Las virtudes actúan por razones humanas a diferencia de los Dones del E.S. que actúan por razones Divinas.
Así, los Dones del Espíritu Santo transcienden la esfera de la motivación humana, siendo cabal expresión de la Voluntad Divina.

3: Las virtudes actúan al modo humano a diferencia de los Dones del E.S. que actúan al modo Divino.
-Las virtudes infusas (o Virtudes Teologales) tienen por motor al hombre y por norma la razón humana iluminada por la fe. Se deduce que sus actos son a modo humano.

-En cambio los Dones tienen por causa motora y por norma el mismo Espíritu Santo, sus actos son a modo Divino o sobrehumano. De esto se deduce que las virtudes infusas o teologales son imperfectas por la modalidad humana de su obrar y es imprescindible que los Dones del Espíritu Santo vengan en su ayuda para proporcionarles su modalidad Divina, sin la cual las virtudes no podrán alcanzar su plena perfección.
4: Las virtudes son utilizadas a nuestro arbitrio  a diferencia de los Dones del E.S. que operan en nosotros al arbitrio Divino.

-Se deduce de las diferencias anteriores que el hábito de las virtudes infusas o teologales lo podemos usar cuando nos plazca, presupuesta la Gracia, que a nadie se niega.
-Mientras que los Dones sólo actúan cuando el Espíritu Santo quiere moverlos. Los Dones de Espíritu no confieren al alma más que la facilidad para dejarse mover, de manera conciente y libre, por el Espíritu Santo, quien es la única causa motora de ellos. Nuestra parte es solo disponernos. Ej.: refrenando el tumulto de las pasiones, afectos desordenados, distracciones, etc. 






Los Dones del Espíritu Santo 

Sabiduría: capacidad de juzgar según la medida de Dios, produciendo en el alma un gusto por lo espiritual. 

Este es el primero y mayor de los siete Dones, y nos da una capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios, a la luz de Dios.  Iluminado por este Don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades del mundo. Nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios. Por la sabiduría juzgamos rectamente las cosas Divinas por sus últimas y altísimas causas bajo el instinto especial del E.S.
La palabra clave en este Don es “juzgar”, es esa capacidad de poner cada cosa en su lugar, mirando el mundo desde el Pensamiento de Dios. Participa del concepto de orden, pero un orden Divino, no como lo comprende y propone el mundo. Permite comprender como se deben construir los proyectos de este mundo, bajo la Voluntad de Dios.

El tránsito por esta vida nos expone a un permanente estado de confusión, donde la clave es el discernimiento que nos permite diferenciar entre las sutiles inseguridades que nublan nuestra razón, de aquellas señales que nos indican el camino buscado por el Señor. El delicado equilibrio necesario para vivir una vida espiritual en un estado de espíritu encarnado, nos obliga tanto a no caer en un exceso de humanismo que nos ate y condene a las reglas del mundo, así como a un exceso de espiritualismo que nos haga olvidar que estamos en este mundo para difundir las verdades del Evangelio, actuando en el mundo, sin ser del mundo. El Don de la sabiduría nos permite discernir los pasos que debemos tomar frente a las difíciles y muchas veces confusas situaciones que nos toca enfrentar a diario.

Las personas que poseen una aptitud natural para comprender y juzgar las cosas, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo no conveniente, ordenando lo desordenado, buscando la perfección en medio de lo imperfecto, impulsando a los que los rodean con energía y convicción en busca del justo equilibrio entre lo humano y lo espiritual, defendiendo los valores supremos de justicia y verdad, y quebrando las construcciones humanas basadas en el error y la falsedad, tienen una unión y una facilidad natural para recibir del Espíritu Santo el Don de la Sabiduría.

Entendimiento o Inteligencia: Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.

Esta Luz especial que nos brinda el Espíritu Santo, nos permite comprender la Voluntad de Dios expresada en Su Palabra, y trasformarla en conceptos claros y simples que son guía para el pueblo de Dios aquí en la tierra. Esta inteligencia o entendimiento no es recibida para gozo o beneficio personal, sino para ser transformada en bien para la comunidad. Es un Don que alimenta la capacidad de predicar, de hablar de las cosas de Dios, de tal modo que Dios se exprese a través de los apóstoles de estos tiempos, como lo hizo a través de los profetas del Antiguo Testamento.

La Palabra de Dios ha sido desde la Creación del mundo, de Su Voluntad. Su Verbo dijo Hágase cuando se crearon el cielo, las aguas, la tierra, la creación toda. Su Verbo también expresó Su Voluntad a través de la voz de los profetas, pero no fue suficiente. Es por eso que en la culminación de los tiempos, “El Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros” (Jn). Durante tres años de vida pública, la Palabra de Dios hecha Hombre, Jesucristo Hijo del Dios Vivo, nos dejó en claro cual es Su Voluntad para nuestras vidas, y lo resumió en un mandamiento nuevo: “Ámense como Yo los he amado”.

La Palabra de Dios ha sido y seguirá siendo la fuente de Luz para nuestras vidas, para este mundo, y quienes son capaces no sólo de comprenderla sino también de predicarla, reflejan el mismo Espíritu que llenó a los profetas y los hizo iluminar la noche de los tiempos con la invitación a seguir la Voluntad del Dios del Amor. Ayer, hoy y siempre, el Don del entendimiento inunda a los que predican con voz humana la Voluntad del Autor de la Creación, que con Voz sonora sigue repitiendo Su llamado a la Ley del Amor.
Las personas que poseen una aptitud natural para comprender la Voluntad de Dios expresada en Su Palabra, para predicar y hablar en Nombre de Dios conmoviendo los corazones, para descifrar proféticamente el tiempo presente y futuro, y para abrazar el profundo sentido del llamado de la Ley del Amor y abrir así las puertas a la Civilización del Amor, tienen una unión y una facilidad natural para recibir del Espíritu Santo el Don del Entendimiento.

Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone al alma, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que más le conviene.

El Espíritu de Dios sale al encuentro de nuestra súplica mediante el Don de consejo, con el cual enriquece y perfecciona la virtud de la prudencia y guía al alma desde dentro, iluminándola sobre lo que debe hacer, especialmente cuando se trata de opciones importantes, por ejemplo, de dar respuesta a la central pregunta de qué hacer de nuestra vida, o de cual camino recorrer entre tantas dificultades y obstáculos. El Don de consejo actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. La conciencia se convierte entonces en el «ojo sano» del que habla el Evangelio (Mt 6, 22), y adquiere una especie de nueva pupila, gracias a la cual le es posible ver mejor que hay que hacer en una determinada circunstancia, aunque sea la más intrincada y difícil.

El mundo es cambiante, y las reglas de convivencia también lo son. El hombre transita los siglos debiendo adaptarse y buscar siempre cual es el modo de desenvolverse, implorando en todo momento la Gracia Santificante que le diga cómo actuar y ser efectivo en su rol de apóstol renovado. La necesaria capacidad de adaptarse y ser permeable a las demandas de la inagotable tarea de la evangelización, requiere almas dispuestas a interpretar las palabras, los modos y los comportamientos que hagan de Dios el centro de la vida en la sociedad de cada punto en la historia del hombre. Navegar mar adentro, como nos invitó SS Juan Pablo II, en las inquietas aguas del siglo XXI.
Este Don nos infunde un sentido práctico en el discernimiento entre el bien y el mal, en el sostenimiento de los valores morales y en la verificación efectiva de nuestro carácter de cristianos fieles a la Voluntad de Dios.



Fortaleza: Fuerza sobrenatural que nos sostiene para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida.
Este Don del Espíritu es fundamental para resistir por una parte las instigaciones de las pasiones internas, pero también las presiones del ambiente que tratan de detenernos y sofocarnos. Actúa sobre nuestro temperamento ayudándonos a superar la timidez y tibieza en un extremo, y la agresividad, intolerancia y hostilidad en el otro.

La Fortaleza es también una de las cuatro Virtudes Cardinales, que encuentra en el Don de la Fortaleza el complemento necesario, (provisto por el E.S.) para dominar las pasiones propias y los frenos que nos impone el mundo. La fortaleza es el Don que nos permite no caer en debilidades o componendas cuando se trata del cumplimiento del propio deber como cristianos comprometidos.
Dijo SS Juan Pablo II que, “en nuestro tiempo muchos ensalzan la fuerza física, llegando incluso a aprobar las manifestaciones extremas de la violencia. En realidad, el hombre cada día experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral, cediendo a los impulsos de las pasiones internas y a las presiones que sobre él ejerce el ambiente circundante”.

Este Don encuentra poco espacio en una sociedad en la que está difundida la práctica tanto del ceder y del acomodarse como la del atropello y la dureza en las relaciones económicas, sociales y políticas. La timidez y la agresividad son dos formas de falta de fortaleza que, a menudo, se encuentran en el comportamiento humano, con la consiguiente repetición del entristecedor espectáculo de quien es débil y vil con los poderosos, y por otra parte es violento  y prepotente con los débiles e indefensos.

El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad, en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos, en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad, la justicia, la caridad y la honradez.



Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas y la creación, en su relación con el Creador.
Sabemos que el hombre contemporáneo, precisamente en virtud del desarrollo de las ciencias, está expuesto particularmente a la tentación de dar una interpretación naturalista, despojada de Dios, al mundo. Ante la multiforme riqueza de las cosas, de su complejidad, variedad y belleza, corre el riesgo de absolutizarlas y casi de divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida. Esto ocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder, que precisamente se pueden derivar de las cosas materiales. Estos son los ídolos principales ante los que el mundo se postra demasiado a menudo.

Este Don del E.S. es el que ayuda al hombre a valorar rectamente las cosas en su dependencia esencial del Creador. Gracias a el -como escribe Santo Tomás-, el hombre no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida (cfr S. Th., 11-II, q. 9, a. 4).
El hombre, iluminado por el don de la ciencia, descubre la infinita distancia que separa a las cosas del Creador, cuando haciendo mal uso de ellas, peca. Es un descubrimiento que le lleva a advertir con pena su miseria y lo empuja a volverse con mayor ímpetu y confianza a Aquel que es el único que puede apagar plenamente la necesidad de infinito que le acosa.

Nuestra inteligencia nos traiciona cuando la utilizamos a pleno no para dominar la creación como Dios nos ordenó, sino para divinizarla, divinizando de este modo también a nuestra propia inteligencia, olvidando que nada tiene sentido si no está puesto en directa conexión con el Dios que nos creó.
Las personas que poseen una aptitud natural para analizar, comprender y descubrir los secretos de la ciencia del mundo, que poseen la aguda capacidad de observar y ordenar las cosas en directa relación con las leyes que las gobiernan, que pueden enfocar su mente de modo tal de construir reglas y estructuras de funcionamiento, todo ello respetando y aceptando a Dios como Autor y Creador de todas las cosas, tienen una unión y una facilidad natural para recibir del Espíritu Santo el Don de Ciencia.



Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre.
El Don de piedad es un hábito sobrenatural infundido con la Gracia Santificante para excitar en la voluntad, por instinto del E.S., un afecto filial hacia Dios considerado como Padre y un sentimiento de fraternidad universal para con todos los hombres en cuanto hermanos e hijos del mismo Padre.
Dijo SS Juan Pablo II que “el Don de piedad sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos”.

Así, la ternura, como apertura auténticamente fraterna hacia el prójimo, se manifiesta en la mansedumbre. Con el Don de la piedad el Espíritu infunde en el creyente una nueva capacidad de amor hacia los hermanos, haciendo su corazón de alguna manera participe de la misma mansedumbre del Corazón de Cristo. El cristiano «piadoso» siempre sabe ver en los demás a hijos del mismo Padre, llamados a formar parte de la familia de Dios, que es la Iglesia. Por esto él se siente impulsado a tratarlos con la solicitud y la amabilidad propias de una genuina relación fraterna.

El Don de la piedad, además, extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón. Dicho Don está, por tanto, en la raíz de aquella nueva comunidad humana, que se fundamenta en la Civilización del Amor.

El Don de Piedad provee así tal unión y cercanía con el Padre Celestial, que la persona comprende el Amor y suavidad con que Dios nos ha creado y nos cobija a cada instante. El alma, de este modo, se siente obligada a mantener un estado de dialogo y oración permanente con Dios, y a derramar esa misma suavidad y sentido de servicio hacia los demás, haciéndose espejos del Amor Divino que en ellos se refleja, e ilumina a los que tienen la gracia de entrar en contacto cercano con ellos.

Las personas que poseen una aptitud natural para preocuparse de los demás, de estar cerca de sus necesidades espirituales, morales o materiales, de honrar su vida con una vocación desinteresada de servicio y atención a su prójimo, de ofrecer al mundo una sonrisa, mostrando siempre una actitud corporal que denota atención e interés, tienen una unión y una facilidad natural para recibir del Espíritu Santo el Don de Piedad.

Temor de Dios: Temor de ofender a Dios, reconociendo humildemente nuestra debilidad, pero siempre confiando en Su Misericordia.
Este Don se afianza en el temor filial, basado en el Amor de Dios que como verdadero Padre ha ofrecido la Vida de Su Hijo por mí. El alma se esfuerza en no preocupar, entristecer, ofender o disgustar a Dios, amándolo como Padre. Se trata de algo mucho más noble y sublime que el miedo humano: es el sentimiento sincero de responsabilidad y fidelidad a Dios, haciéndonos concientes de nuestra pequeñez y deuda infinita ante quien por Amor nos ha creado y dado el don de la vida.

Ciertamente ello no excluye la conmoción interior que nace de la conciencia de las culpas cometidas y de la perspectiva del castigo Divino, pero la suaviza con la fe en la Misericordia Divina y con la certeza de la solicitud Paterna de Dios que quiere la salvación eterna de todos.
De este santo y justo temor, conjugado en el alma con el Amor de Dios, depende toda la práctica de las virtudes cristianas, y especialmente de la humildad, de la templanza, de la castidad, de la mortificación de los sentidos.

El alma percibe en al Amor de Dios, en Su Misericordia, la obligación de la lealtad y la fidelidad a nuestro Padre Celestial, y nos empuja a estar unidos a El buscando en todo momento descubrir, comprender y realizar Su Voluntad en nuestra vida. La contemplación de la Cruz, y en ella al Crucificado, aumenta y potencia nuestro temor de ser motivo de tristeza en Aquel que quiso sacrificar en las manos del mundo a Su propio Hijo, con el único propósito de salvar nuestras almas de la perdición eterna.

La contemplación de las promesa del Reino, la Casa que Dios nos ha preparado, fortalece el temor de perder semejante regalo que nos espera, no por lo que a nosotros eso significa sino por entristecer de modo supremo al Dios que ha pensado en ese lugar para que allí con El compartamos el resto de la eternidad.





La historia completa de Santa Bárbara, de mis santas favoritas







Santa Bárbara fue una virgen y mártir cristiana del siglo III, forma parte de la lista oficial del martirologio de la Iglesia Católica y según el calendario o santoral católico su fiesta se celebra el 4 de diciembre.


Historia

Según la tradición cristiana, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un Rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en una torre. Según otras versiones[cita requerida] Dióscoro y su hija Bárbara vivían en la ciudad llamada Heliópolis, tambiénBaalbekFenicia.
Hay divergencias entre las versiones[cita requerida] sobre su vida: el motivo del encierro pudo haber sido para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara se convirtió alcristianismo, y mandó construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.
Su martirio fue el mismo que el de San Vicente Mártir: habría sido atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego... Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al juez, quien dictó la pena capital por decapitación. Su mismo padre es quien la decapitó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.

[editar]Las Reliquias

Las reliquias fueron trasladadas a Venecia en tiempos del Dogo Pedro II Orseolo (991 – 1009), por María Argyropoula, una princesa bizantina posiblemente hermana de Romano III, que se había casado con el hijo del Dogo, Juan. Las reliquias de la Santa quedaron en la Iglesia Griega y en 1108 una princesa griega de nombre Bárbara se casó con el príncipe de Kiev, Sviatopolk Iziaslavovich. Ella trajo consigo las reliquias que fueron colocados en el monasterio Michailovsky-Zlatoverj en Kiev. En la época de los desastres napoleónicos, las sagradas reliquias fueron llevadas al Templo de San Martín de la isla de Murano, donde se custodian aun hoy. Una parte de las reliquias de la Mártir Santa Bárbara que se hallaban en la iglesia de San Marcos, en Venecia, fueron depositadas en el Santuario de Santa Bárbara, perteneciente a la Diaconía Apostólica y ubicado en el municipio del Ática del mismo nombre, por el Arzobispo de Atenas y Toda Grecia, Su Beatitud Christódoulos.

[editar]Simbología e iconografía

Se la suele representar joven, bien con la palma del martirio, bien con plumas de pavo real,1 pues este animal es símbolo de laresurrección o la inmortalidad, y aparece ya en la más antigua representación conocida, que data del siglo VIII (Santa María la Antigua, de Roma).
También suele aparecer con su atributo, una torre con tres ventanas, apareciendo unas veces encerrada en la misma y en otras la torre aparece a su lado o en miniatura sobre una de sus manos. El significado de esta torre con tres ventanas es el refugio de la fe en laSantísima Trinidad. Y suele llevar corona, que admite variaciones: en algunas es la de una princesa y en otras es una corona completa formada de varias torres.
La imagen de santa Bárbara también aparece a veces asociada:
  • Con la espada con la cual fue decapitada, lo que ha contribuido a que sea asociada con la guerra, pero dicha espada representa un símbolo de fe inquebrantable.
  • Con un cáliz, que significa su conversión al catolicismo.
  • El rayo que cayó en su martirio ha hecho que sea relacionada con los explosivos y así es patrona del arma de Artillería, cuyo escudo son cañones cruzados y la torre es la heráldica de los ingenieros y zapadores. El depósito de explosivos en los buques recibe el nombre de Santabárbara.
  • Con una rama de olivo entre sus manos, representando el martirio.
  • Con una manto rojo, cáliz de la sangre de Cristo.
Su patronato fue introducido en España, al parecer, por Juan de Terramonda, natural de Lille, que llegó a España como asentador de Felipe I el Hermoso.

Santa Bárbara en el sincretismo                                                                    



Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo, y especialmente de los militares que pertenecen al Arma de Artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países musulmanes. En las Cuencas Mineras Asturianas le dedican un himno llamado Santa Bárbara Bendita, por ser patrona de los mineros.También es la patrona de los electricistas.También es la patrona de los feriantes

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Se celebra el 4 de diciembre, conocido como día de Santa Bárbara y del Artillero.
En tal fecha los artilleros la invocan con la marcha de guerra "las margaritas".
La oración del artillero es: Gracias Señor , gracias te doy porque me diste la gracia de ser de los primeros. Me diste por tu amor ser lo que soy, me diste la aristocracia de ser solamente un artillero. Bombardas, culebrinas, falconetes, morteros, obuses y cañones. ¡Qué importa si iluminan hasta los cielos enteros con sus bellas explosiones! Sin escudos al amparo mi corazón se embarga de los más bellos sones al oir los disparos, descarga tras descarga, de acerados cañones. Un fuerte, una muralla, parapeto, trinchera, un fortín, un abrigo todo el aire es batalla y explosión artillera en el campo enemigo. No importa vivo o muerto ser general, teniente, cabo apuntador o artificiero. Sólo importa, muy cierto, el oficio más bravo de ser solamente hijo de Santa Bárbara y artillero.
Santa Bárbara tiene muchas oraciones, sin embargo la más popular es: Santa Bárbara, Virgen Bendita, Grandiosa de inmenso poder, Dios te acompañe, y Tu a mí por el camino del bien. Con tu espada vencedora líbrame del mal, de la injusticia, de la envidia y de los malos ojos. Con el poder del rayo protégeme de mis enemigos, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga victorioso. Con el cáliz de tu copa y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y espíritu para la dura lucha y el combate. A mis manzanas y margaritas recíbelas como ofrenda de que te tengo siempre presente en mi pensamiento y en mi hogar, y te ruego no me abandones nunca y acudas a mi cada vez que te reclame para defender mi fe, mi tierra, mi familia y mis luchas; y que al final me lleves siempre a la gloria como Tú. Amén.
Aaid al Barbara o fiesta de Santa Bárbara se celebra también en SiriaLíbanoJordania y Palestina entre los árabes cristianos, anualmente el 4 de diciembre en honor de esta santa cristiana y mártir. Es un día de fiesta muy similar al Halloween en América del Norte. Los niños van pidiendo dulces mientras cantan una canción especial para Eid il-Burbara o Aaid al Barbara. Por otra parte, las decoraciones de Halloween, tales como linternas, se pueden ver fuera de las casas.
El alimento tradicional para la ocasión es Burbara (un plato de granos de trigo hervidos, semillas de granada, uvas pasas, anís y azúcar), que se ofrece a los niños que van disfrazados de casa en casa. En Líbano, también se prepara una masa que se rellena con nueces o queso. En esta fecha las panaderías tienen una gran afluencia de clientes debido a la compra de los alimentos tradicionales de esta fecha.
La creencia general entre los cristianos libaneses y sirios es que Santa Bárbara se disfrazó de numerosos personajes para eludir a los romanos, que eran sus perseguidores, y de esto nace la idea de disfrazarse como ella e ir visitando las casas.
Una práctica común en Líbano de la fiesta de al Barbara encuentra su fuente en el resto de la leyenda oral. Mientras Santa Bárbara huía perseguida, supuestamente corrió a través de un campo de trigo recién sembrado, que creció al instante detrás de ella para cubrir por arte de magia las huellas dejadas. Actualmente este milagro se recrea simbólicamente sembrando semillas de trigo (o garbanzos, granos de cebada, habas, lentejas, etc.) en un algodón en la festividad de Santa Bárbara. Las semillas germinan y crecen hasta cerca de 15 centímetros a tiempo para Navidad, usando los brotes para adornar el pesebre, que generalmente se coloca debajo del árbol de Navidad.

Fuente: wikipedia