lunes, 7 de octubre de 2013

La historia completa de Santa Elena

 

Santa Elena fue a la mar cruz y clavos a buscar. Santa Elena ayúdame a encontrar lo que estoy buscando.

 
 
Lo que su nombre significa:

 
El nombre Elena viene del griego Helios, sol o luz que también significa bella como la aurora, sol al amanecer, antorcha brillante y reluciente. En otros idiomas su nombre se convierte en Helena, Helen, Ellen, Eleanor, Elaine, Eileen, Ilona, Jelena, Olena, Halina, Helene, Elna.
En castellano también la reconocemos por su nombre griego Helena.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Reina 18 de Agosto

 
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Labicana, santa Elena, madre del emperador Constantino, que tuvo un interés singular en ayudar a los pobres y acudía a la iglesia piadosamente confundida entre los fieles. Habiendo peregrinado a Jerusalén para descubrir los lugares del Nacimiento de Cristo, de su Pasión y Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con basílicas dignas de veneración (c. 329).
 
 
 
 
 
En un mesón propiedad de sus padres en Daprasano (Nicomedia) nació pobre en el seno de una familia pagana. Allí pudo, en su juventud, contemplar los efectos de las persecuciones mandadas desde Roma: vió a los cristianos que eran tomados presos y metidos en las cárceles de donde salían para ser atormentados cruelmente, quemados vivos o arrojados a las fieras. Nunca lo entendió; ella conocía a algunos de ellos y alguna de las cristianas muertas fueron de sus amigas ¿qué mal hacían para merecer la muerte? A su entender, sólo podía asegurar que eran personas excelentes.

San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la describe como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón. Y así debía ser cuando se enamoró de ella Constancio, el que lleva el sobrenombre de Cloro por el color pálido de su tez, general valeroso y prefecto del pretorio durante Maximiano. Tenía Elena 23 años al contraer matrimonio. En Naïsus (Dardania) les nació, el 27 de febrero del 274, el hijo que llegaría a ser César de Maximiano como Galerio lo fue de Diocleciano.

Pero no todo fueron alegrías. Elena fue repudiada por motivos políticos en el 292 para poder casarse Constancio con la hijastra de Maximiano y llegar a establecer así el parentesco imprescindible entre los miembros de la tetrarquía. Le costó mucho saberse pospuesta al deseo de poder de su marido, pero esto lo aceptó mejor que el hecho de verse separada de su hijo Constantino que pasó a educarse en el palacio junto a su padre y donde se reveló como un fantástico organizador y estratega.

Muerto Constancio Cloro en el 306, Constantino decide llevarse a su madre a vivir con él a la corte de Tréveris. En esta época aún no hay certeza histórica de que su madre fuera cristiana. Sí, cuando -por testimonio de Eusebio de Cesarea- aparezca sobre el sol el signo de la cruz con motivo de la batalla de Saxa Rubra y la leyenda "con este signo vencerás" que dio el triunfo a Constantino y lo hizo único Emperador de Roma, en el 312.

Aunque el emperador retrasará su bautismo hasta la misma muerte, es complaciente con la condición de cristiana que tiene su madre que daba sonados ejemplos de humildad y caridad. Incluso parece descubrirse la influencia materna tras el Edicto de Milán que prohibía la persecución de los cristianos y los edictos posteriores que terminan vetando el culto a los dioses lares. Agasaja a su madre haciéndola Augusta, acuña monedas con su efigie y le facilita levantar iglesias.

En el 326 Elena está con su hijo en Bizancio, a orillas del Bósforo. Aunque se aproxima ya a los setenta años alienta en su espíritu un deseo altamente repensado y nunca confesado, pero que cada día crece y toma fuerza en su alma; anhela ver, tocar, palpar y venerar el sagrado leño donde Cristo entregó su vida por todos los hombres. Organiza un viaje a los Santos Lugares en cuyo relato se mezclan todos los elementos imaginables pertenecientes al mundo de la fábula por tratarse del desplazamiento de la primera dama del Imperio a los humildes a lejanos lugares donde nació, vivió, sufrió y resucitó el Redentor. Pero aparte de todo lo que de fantástico pueda haber en los relatos, fuentes suficientemente atendibles como Crisóstomo, Ambrosio, Paulino de Nola y Sulpicio Severo refieren que se dedicó a una afanosa búsqueda de la Santa Cruz con resultados negativos entre los cristianos que no saben dar respuesta satisfactoria a sus pesquisas. Sintiéndose frustrada, pasa a indagar entre los judíos hasta encontrar a un tal Judas que le revela el secreto rigurosamente guardado entre una facción de ellos que, para privar a los cristianos de su símbolo, decidieron arrojar a un pozo las tres cruces del Calvario y lo cegaron luego con tierra.

Las excavaciones resultaron con éxito. Aparecieron las tres cruces con gran júbilo de Elena. Sacadas a la luz, sólo resta ahora la grave dificultad de llegar a determinar aquella en la que estuvo clavado Jesús. Relatan que el obispo Demetrio tuvo la idea de organizar una procesión solemne, con toda la veneración que el asunto requería, rezando plegarias y cantando salmodias, para poner sobre las cruces descubiertas el cuerpo de una cristiana moribunda por si Dios quisiera mostrar la Vera Cruz. El milagro se produjo al ser colocada en sus parihuelas sobre la tercera de las cruces la pobre enferma que recuperó milagrosamente la salud.

Tres partes mandó hacer Elena de la Cruz. Una se trasladó a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera llegó a Roma donde se conserva y venera en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén.

No han faltado autores que atribuyan a la fábula el hecho de la invención por Elena basándose principalmente en que no hay noticia expresa de tamaño acontecimiento hasta un siglo después. Ciertamente es así, pero lo resuelven otros estudiosos afirmando que la fuente histórica que relata los acontecimientos es el historiador contemporáneo Eusebio de Cesarea al que en su Vita Constantini sólo le interesan los acontecimientos realizados por Constantino, bien porque sigue los cánones de la historia contemporánea, o quizá porque sólo le interesa adular a su anfitrión.

Murió Elena sin que sepamos el sitio ni la fecha. Su hijo Constantino dispuso trasladar sus restos con gran solemnidad a la Ciudad Eterna y parte de ellos se conservan en la iglesia Ara Coeli, dedicada a Santa Elena, la mujer que dejó testimonio tangible y visible en unos maderos del paso salvador por la tierra de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.
 
 

La recordamos
Recordamos a Santa Elena el día 18 de Agosto y las iglesias ortodoxas del este la recuerdan el 21 de Mayo. El 3 de Mayo es recordado como el día en que se descubrió la cruz y se conmemoraba como el Día de la Santa Cruz hasta 1960. Actualmente se celebra el día 14 de setiembre la Exaltación de la Cruz donde se conmemora el regreso de la mayor cantidad de piezas de la Santa Cruz recuperadas por el Emperador Heraclius después de ser tomadas por los persas.
Inspiración para otros
Bondad, caridad, piedad, humildad, compasión, devoción y acción son los aspectos de la vida cristiana de Santa Elena por lo que la recordamos. Los cristianos de su época seguro la recordaban por su protección y apoyo a la iglesia. Desde Europa hasta el medio oriente mando construir, restaurar, ornamentar, embellecer y llevar reliquias a numerosas capillas, basílicas e iglesias. Dio consuelo a los prisioneros y soldados, ayudo a los pobres y a poblaciones necesitadas. Con su hijo Constantino mando abolir la muerte en la cruz.

Los viajes de la santa inspiraron que en épocas pasadas monjes fueran a la ciudad santa e identificaran muchos lugares y monumentos que de otra manera hubieran sido perdidos para la cristiandad. Aun hoy redescubrimientos como la tumba de Zacarías el padre de Juan Bautista (en el 2003) merecen mención a la inspiración que Santa Elena da a los arqueólogos.  


Ese gran fervor cristiano que siente tiene que haber sido influenciado de alguna manera por el gran amor que le tenía a su hijo (quien sentía gran afinidad por el cristianismo) y por su nieto. Así también por los cristianos, mártires y santos de la época, quienes con el ejemplo de sus vidas e incluso sus muertes llenaron de enseñanzas cristianas a la santa.


Cabe resaltar que los objetos en si mismos no son que veneramos, sino lo que estos representan, que nos hacen experimentar la gracia de Dios, su omnipresencia, la del espíritu santo, la de su hijo Jesús y su madre Maria para vivir una vida cristiana.


Patrona
Por su dedicación a la construcción en algunos lugares se le considera a Santa Elena patrona de los trabajadores de construcción. Además patrona de los arqueólogos, de las personas convertidas al cristianismo, de los matrimonios difíciles, de las personas divorciadas, de las emperatrices, de los fabricantes de agujas y los de clavos.
Cuando se pierde un objeto se recurre a Santa Elena y aparecerá sin buscarlo.
 

Es adorada en muchos países, aquí algunos

En el Perú, en la ciudad de Lima, en la basílica de la Vera Cruz muy cerca del Palacio de Gobierno, se le rinde culto y en su fecha se expone un Lignum Crucis. La familia T.V. esta muy agradecida a ella por los muchos favores y bendiciones a ella concedida y le rinde culto a su patrona.


En Grecia, para el 330 después de años de construcción, Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) fue inaugurada, donde antes fue Bizancio, y esta se convirtió en la nueva capital del imperio. Bizancio fue una ciudad Griega, esto explica la veneración a Santa Elena y su hijo Constantino en las iglesias ortodoxas de estos países y los muchos íconos dedicados a ella.


En Malta, en Birkirkara se le venera. En 1402 se erigió una capilla en su honor, hoy es la patrona del pueblo y se hacen grandes festividades en su honor. Nombres comunes entre las mujeres son Helen, Elaine o Eileen. Un nombre popular entre los hombres es Eleno.


En Chipre, Santa Elena manda construir la iglesia (hoy monasterio) Stavrovouni (Stavro = cruz, Vouni = montaña) en el monte Olimpo y otras en Tochni y Omodos. Se mantiene un Lignum Crucis en Lárnaca, Stavrovouni. El 14 de setiembre se celebra la construcción de la iglesia Stavrovouni, el día de la santa cruz.

Se cuenta que durante su retorno el mal tiempo hizo que se detuvieran en la isla. Cuando llego parecía un desierto, no había llovido en mucho tiempo, las tierras estaban secas, áridas y se habían llenado de serpientes. Por eso la gente había tenido que emigrar. En su barco traía muchos gatos que al bajar a la isla se comieron a muchas serpientes. No paso mucho tiempo y llegaron las lluvias. Las los campos florecieron y las tierras volvieron a ser fértiles. El tiempo paso y la gente que había emigrado comenzó a regresar.
Según el cronista chipriota Leontios Machairas del siglo XV tiene otra historia. Cuenta que  Santa Elena después de haber encontrado la cruz de Jesús, y la de los dos ladrones llega a Chipre luego que su barco tuviera problemas por el mal tiempo. Baja a la isla y deja la cruz del buen ladrón al monasterio de Stavrovouni. Actualmente no se sabe que paso con esta cruz, solo que una pequeña parte de esta se mantiene incrustada en una cruz de plata el monasterio.

En Alemania, en la ciudad de Trier, considerada la ciudad más antigua de Alemania. Fundada aproximadamente en el siglo XVI antes de Cristo por el emperador Augusto, alguna vez residencia de Diocleciano, Constantino el Grande y otros emperadores. Ahí Santa Elena es muy querida porque se dice llevo los restos humanos de San Matías, que hoy descansan en la iglesia de San Matías. Además una túnica sin costuras que se le adjudica a Jesús, actualmente en la Catedral de San Pedro en Trier.


En España, Cantabria, Liébana, se encuentra el Santuario monasterio de Santo Toribio. Su fundación, a mediados del siglo VIII, durante el reinado de Alfonso I, se atribuye a un obispo de Palencia llamado Toribio, quien se refugió en la Liébana al huir de los musulmanes, trayendo consigo el cuerpo del obispo de Astorga, Santo Toribio, y las reliquias que éste trajo de Tierra Santa, entre las que destaca el “Lignum Crucis”, considerado el mayor fragmento de la cruz de Cristo.


En Italia, en Roma, Santa Elena manda construir en su palacio una capilla que se convertiria en la Basílica de la Santa Cruz (Santa Croce in Gerusalemme). Además frente a la Basílica de San Juan de Letran (San Giovanni in Lateranose) se encuentra la Escalera Santa (Scala Santa), se dice que son los 28 peldaños que tuvo que subir Jesús para ver a Poncio Pilatos, la escalera entera fue llevada a Roma por Santa Elena.

En Estados Unidos, en California, en el valle de Napa, en la ciudad de Santa Helena, fundada en 1876, se encuentra la iglesia de Santa Helena. Sus comienzos se remontan a 1865, cuando le donan los terrenos al arzobispado de San Francisco y se establece ahí una misión, mas tarde en 1887 se convierte en parroquia y en 1889 se pone la primera piedra de la iglesia. Existe también la misión Santa Cruz, en California, que fue fundada en 1791 como Misión la Exaltación de la Santa Cruz, siendo la 12ava misión construida como parte de las 21 misiones establecidas por los españoles en California.



En el mundo Catolicos, Ortodoxos y Cristianos le rinden adoracion.
Santa Elena, Santa Elena, Santa Elena de nuestro corazón, hoy día te recordamos con cariño y devoción. Santa Elena, Santa Elena gracias por tu bendición.


Te invocamos, piadosa Santa Elena que tuviste la gloria de ser la primera emperatriz romana que abrazo el cristianismo y que en unión de tu hijo Constantino protegiste a la Iglesia dedicándote a servirla, y levantar múltiples templos al Señor, aboliendo por respeto a Él, la muerte en la cruz, aplicada a los malhechores. Tu solaz era conceder favores, indultar a los desterrados y abrir los tesoros imperiales a los necesitados, lo que te valió él titulo de madre de los pobres. El Señor recompenso tu eminente piedad y humildad, elogiadas por grandes santos, concediéndote peregrinar a Jerusalén y hallar la cruz y los clavos, instrumentos con que fuimos por El redimidos.

Otórganos del Señor, trabajar para su mayor gloria y la salvación del prójimo poder cumplir con nuestros deberes y prepararnos así para poder llegar a su Reino. Amen

 
 
 
 
 
 Elena era una bella y virtuosa mujer de Bitinia que, a raíz de una tremenda injusticia perpetrada contra su persona, abrazó con fervor el cristianismo. Sin embargo, el Señor le había reservado un destino de grandeza que humildemente colocó al servicio de la Iglesia y de la Civilización Cristiana.
 
Elena vio a su esposo en lo más alto del poder mundial, pero con la gloria llegó también el dolor. Maximiano había solicitado a Constancio que se casara con su hija Teodora, obligándolo a repudiar a Elena. Enceguecido por la ambición, el valeroso general no solo abandonó a su esposa sino que, además, se llevó a su hijo, causándole con ello el más profundo dolor.
Catorce años vivió la bondadosa dama sin ver a su vástago, sumida en la pena y la deses-peración, solo encontrando consuelo entre aquellos mártires por los que tanta compasión sintió siempre: los cristianos.
Si antes de su conversión Elena era dada a la caridad, a la ayuda al prójimo, a la nobleza de espíritu y a la meditación, una vez que hubo conocido al Señor, esas virtudes se potenciaron a niveles increíbles.
 
Emperatriz de Roma Se hallaba Constancio Cloro en Britania, combatiendo a los pitios, cuando el 25 de julio del 306 cayó en una emboscada. Su hijo Constantino, que le acompañaba, continuó en campaña y, una vez finalizada, regresó a Roma, donde su primera decisión fue mandar llamar a su amada madre.
Desde un comienzo, Elena comenzó a influenciar en su hijo.
En el año 308 la guerra civil agitaba al imperio romano y tras sangrientas batallas, después de abatidos los emperadores Valerio, Maximino Daya y Licinio, quedaron dueños del poder Majencio 3 y Constantino, quienes se enfrentaron primeramente en el Valle del Po, donde el segundo resultó victorioso y por último en las puertas mismas de Roma, hacia donde Majencio retrocedió en desorden.

 

El 27 de octubre del 312 se hallaba Constantino acampado cerca del Puente Milvio cuando en sueños vio una cruz en el Cielo, a la par que una voz celestial le decía: “¡Con este signo triunfarás!”. Recordando las enseñanzas de su madre, mandó pintar cruces en las corazas de sus legiones y al frente de ellas partió en la madrugada del día 28 en busca de su rival.
La batalla fue sangrienta y al verse perdido, Majencio se arrojó a las aguas del Tiber donde pereció ahogado.
Con Roma en su poder, Constantino fue proclamado único emperador, convirtiéndose, por consiguiente, en amo del mundo. A su madre le dio los títulos de Augusta y Emperatriz, acuñando monedas con su efigie y otorgándole plenos poderes que le permitieron utilizar los fondos públicos para obras de bien.
Pero a Elena no le interesaban los títulos. A ella le urgía otra cosa y logró, a fuerza de insistir, que su hijo firmara en el año 313 el célebre Edicto de Milán, por medio del cual no sólo dispuso oficialmente que cesaran las persecuciones contra los cristianos sino que, además, restituyó a la Iglesia (no a los particulares) todos sus bienes, ya sea templos, escuelas y propiedades confiscadas, sentando precedente para que el emperador Teodosio instaurase la verdadera Fe como religión oficial del Estado, en el año 380.


Hallazgo de la Santa Cruz  Con 77 años de edad, la emperatriz marchó a Tierra Santa en busca de la Santa Cruz.
Según refieren numerosos historiadores romanos, después de efectuar profundas excavaciones en el Monte Calvario 4, fueron encontradas tres cruces, sin ninguna duda, la Cruz de Cristo y la de los dos ladrones que murieron con él. Pero como no se sabía a ciencia cierta cual de las tres era la de Jesús, llevaron a una mujer agonizante a la que pusieron en contacto con la primera. La enferma empeoró considerablemente, lo mismo al tocar la segunda, pero al hacerlo con la tercera, recuperó instantáneamente la salud. Según cuenta la tradición, al ocurrir el prodigio, Elena y sus damas de compañía cayeron de rodillas y agradecieron al Cielo el hallazgo 5.
Santa Elena, junto al obispo Macario de Jerusalén y centenares de devotos, llevaron la Cruz en procesión por las calles y al hacerlo, se cruzaron en el camino con una viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Le acercaron la santa reliquia y éste resucitó.
Aquellos hechos asombraron a Oriente y las conversiones se sucedieron de a miles.

Ordenó la Emperatriz dividir la cruz en tres partes: una quedó en Jerusalén, en poder del obispo Macario, para la Iglesia en Tierra Santa; la segunda fue enviada a Bizancio 6 y la tercera a Roma, para ser depositada en la Basílica que tiempo después se llamó de la Santa Cruz de Jerusalén.
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente: De Wohl, Louis. “El árbol viviente. Historia de la emperatriz Santa Elena”; Ediciones Palabra S. A.


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